Una característica única de la luz UV es que un intervalo específico de sus longitudes de onda, el comprendido entre los 200 y los 300 nanómetros, se clasifica como germicida, inactivando bacterias, virus, hongos y protozoos.
Esta capacidad ha permitido la adopción generalizada de la luz UV-C como una forma respetuosa con el medio ambiente, sin sustancias químicas y muy eficaz para desinfectar y proteger el aire, agua y superficies frente a microorganismos patógenos.